Colegio de Abogados de Rosario

300 millones de déficit, censura e intolerancia: el derrumbe institucional del Colegio de Abogados de Rosario

Parte I: La crisis financiera que nadie quiere discutir

El balance del Colegio al 30 de septiembre de 2024 refleja una situación alarmante. El déficit final ascendió a 303 millones de pesos, cuadruplicando el déficit del año anterior (66 millones en 2023). Es decir, no solo no se corrigió la pérdida previa, sino que se multiplicó de manera descontrolada.

A pesar de haber aumentado los recursos (pasaron de 1.564 millones a 1.789 millones de pesos), los gastos continúan siendo altísimos y desproporcionados, superando los 1.612 millones. Además, se sumaron contingencias por 151 millones, que agravan aún más el panorama.
Otro dato clave es que los resultados financieros (lo que se ganó o perdió con las inversiones o tenencias) fueron muy bajos comparados con el año anterior (625 millones ahora frente a más de 1.024 millones antes), lo que demuestra una caída fuerte en la capacidad del Colegio para generar ingresos extra.

Este panorama evidencia una administración ineficiente, sin medidas claras para contener el gasto o mejorar los ingresos. La gestión no solo ha fallado en corregir un déficit crónico, sino que lo profundizó de manera histórica, poniendo en riesgo la estabilidad financiera del Colegio y comprometiendo los recursos que son de todos los matriculados.

A este panorama se suma un dato escandaloso: el pago de 90 millones de pesos a una empleada, que alcanza los 150 millones al incluir costas y honorarios, agravando aún más la situación financiera de la institución.

Mientras tanto, los matriculados abonan una cuota mensual de 20 mil pesos y reciben cada vez menos servicios, viendo cómo sus aportes se diluyen en una gestión que no prioriza ni la eficiencia ni la transparencia.

Además, queda demostrado que la incidencia económica del Jardín Familiar era mínima. El balance presentado incluye el costo total del funcionamiento del jardín durante todo el año, desmintiendo el argumento utilizado para su cierre como supuesta solución a los problemas económicos del Colegio.

Pero mientras las cuentas siguen hundiendo al Colegio, las autoridades prefieren esquivar el tema de fondo. No hubo explicaciones, no hubo autocrítica y no hubo propuestas de solución. Solo se apuraron en silenciar preguntas incómodas y cerrar la Asamblea.

Parte II: Censura, burla e intolerancia

El escenario fue aún más grave por el contexto en que se dio: la Asamblea tuvo lugar en la prestigiosa Universidad Nacional de Rosario, que, a través de su rector Franco Bartolacci, brindó las instalaciones para su desarrollo. Sin embargo, lejos de honrar el espíritu democrático universitario, lo que ocurrió fue indignante.

Cuando el director Carlos Ensinck tomó la palabra para preguntar por el estado contable, fue interrumpido abruptamente por el secretario Juan Manuel Fascia, presionado a abreviar su intervención y, finalmente, censurado al cortarle el micrófono. Peor aún, mientras su voz era silenciada, el presidente del Colegio, Lucas Galdeano, utilizó su micrófono para descalificarlo personalmente con frases como “tiene que trabajar la resistencia a la frustración” y “ocuparse de tratarse”, provocando risas y burlas entre sus adeptos.

En la sala no solo estaban presentes matriculados del Colegio, sino también autoridades municipales, provinciales, representantes universitarios y dirigentes de partidos políticos (todos matriculados) que, en público, suelen invocar discursos de defensa de la democracia y la participación. Sin embargo, ante el atropello evidente que se estaba produciendo, eligieron guardar un silencio absoluto, legitimando con su inacción un acto de censura y abuso de poder sin precedentes.

Este ataque personal es un ejemplo claro de falacia ad hominem, una técnica retórica que consiste en desacreditar al interlocutor atacando su persona o sus características, en lugar de responder a los argumentos expuestos. En lugar de contestar con seriedad sobre el déficit millonario del Colegio, Galdeano optó por burlarse de quien hacía las preguntas, desviando el foco del problema y generando un clima de burla que buscó aislar y desacreditar a quien pensaba distinto. Esta estrategia, además de ser intelectualmente deshonesta, profundiza el deterioro institucional y pone en riesgo la posibilidad misma de un debate democrático y respetuoso.

Parte III: Cuando los partidos políticos copan las instituciones

La gravedad institucional aumenta si se considera que el propio Lucas Galdeano, además de presidir el Colegio, es candidato activo de un partido político. Sin pedir licencia ni apartarse del cargo durante su campaña, condujo la Asamblea con total parcialidad, silenciando voces críticas y burlándose de los matriculados. Esta forma de ejercer el poder no es casual: refleja los nuevos tiempos donde la lógica política partidaria, con su intolerancia e imposición, se impone por sobre los mecanismos democráticos y participativos de las instituciones profesionales.

Karl Popper advirtió que “tolerar la intolerancia sin límites puede destruir la tolerancia misma”. La paradoja de la tolerancia cobra vida cuando quienes ocupan roles de representación utilizan su poder para cancelar, censurar y avasallar al disenso. Esto fue exactamente lo que ocurrió en la Universidad Nacional de Rosario, que, sin ser responsable directa, prestó su casa para un espectáculo que nada tuvo que ver con el respeto institucional ni con la deliberación democrática.

Conclusión

Hoy el Colegio de Abogados de Rosario enfrenta una combinación explosiva: un déficit récord, censura deliberada y una conducción partidaria que desprecia la participación y la transparencia. Los abogados y abogadas merecemos algo mejor que burlas, micrófonos apagados y cuentas en rojo. Merecemos instituciones que respeten la pluralidad, cuiden los recursos y garanticen el debate democrático. Porque lo que está en juego no es solo el presente del Colegio, sino el futuro mismo de nuestra profesión.

 

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