Ocho años puede ser demasiado tiempo en la vida de un hombre, sobre todo si tiene 46. Sin embargo, es lo que lleva Luis A. tratando de probar que no concibió a un chico cuya paternidad le adjudica una mujer con la que tuvo una breve relación entre 1991 y 1992. En 1996 un juez falló que es el papá del niño en cuestión y lo obligó a pasarle una suma de dinero mensual para su manutención, pero él sostuvo que aquel veredicto se basó en pruebas genéticas falsas y aún pelea para demostrarlo. Ahora, siete años después, la Corte Suprema de Justicia de la provincia anuló aquella sentencia y ordenó producir una nueva, decisión que obligará a revisar las evidencias utilizadas para atribuirle la paternidad que niega.
A. trabaja en un sanatorio y su salario es una suma modesta. Aún así, lleva siete años cumpliendo religiosamente con la obligación que le impuso la Justicia: cada mes deposita un tercio de sus ingresos como cuota de alimentos para el chico que, según la madre, es su hijo. Mientras tanto libra una engorrosa y lenta batalla legal para probar que no es el padre, por más que un juez de Familia del Tribunal Colegiado Nº5 ya falló lo contrario.
El veredicto es del juez Ricardo Dutto y data del 17 de octubre de 1996. Un mes después A. apeló esa sentencia, aunque sin éxito: la Sala II de la Cámara de Apelaciones en lo Civil rechazó, por cuestiones formales, el recurso que hubiese permitido revisarlo. El quid del caso, en cambio, nunca fue analizado por ese tribunal, compuesto por tres magistrados.
Con una queja, a la Corte
A. fue entonces a la Corte, que en mayo de 1998 aceptó su queja contra la decisión de la Cámara. Sin embargo, tuvo que esperar hasta agosto de este año para que el máximo tribunal declarase procedente el recurso de inconstitucionalidad que planteó y anulara el fallo de Dutto.
Los argumentos de A. para resistir ese veredicto son tan simples como inquietantes: afirma que la demanda de reclamación de la filiación extramatrimonial que le inició la madre del chico no corresponde porque él no es el padre, y sostiene que los resultados de los exámenes genéticos en los que se basó Dutto son apócrifos.
Las pruebas que cuestiona fueron realizadas por el médico Daniel Ricardo Cohen en el denominado Instituto Argentino de Investigaciones Genéticas, que supuestamente funcionó alguna vez en el Sanatorio de la Mujer. Cohen, que no es genetista sino ginecólogo, dictaminó que A. es el padre del chico basándose en una supuesta prueba de ADN y otros exámenes. Sin embargo, el representante legal del hombre, el ya fallecido abogado Nicolás Scalcione, impugnó sus conclusiones. Entre otras razones, Scalcione dijo hace ya siete años que el Instituto de Cohen nunca fue reconocido por el Colegio de Médicos de la provincia y tampoco estaba habilitado para hacer pericias oficiales.
Paralelamente, A. y sus familiares encargaron un estudio genético similar a un perito de parte que ellos mismos eligieron. La prueba fue realizada por el genetista Pedro Zukas, del Centro Unico de Ablación e Implantes de Organos (Cudaio) y a la vez perito oficial en los Tribunales de la ciudad de Santa Fe. Zukas llegó a una conclusión opuesta a la de Cohen y dijo que, para él, A. no es el padre del chico. El especialista también basó sus conclusiones en un ADN.
Sin embargo, el juez Dutto se negó a incorporar esta prueba al proceso, algo que podría ocurrir a partir de la decisión de la Corte de anular el fallo que declaró la paternidad de A. Dutto, en tanto, tuvo en cuenta sólo el informe de Cohen.
Mientras espera la nueva sentencia, que podría demorar meses, el hombre que jura no ser el padre del chico que le atribuyó el fallo que la Corte anuló sigue depositando los alimentos del niño, aunque hace ya un año que la madre no los retira. Sus allegados creen que la mujer y el chico, que hoy tiene 11 años, se fueron de la ciudad y creen estar convencidos que aquella demanda de reclamación de filiación extramatrimonial fue una simple venganza de la mujer porque A. la dejó.
Fuente:www.lacapital.com.ar
