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Storni sumó otro procesamiento, esta vez por el apriete al cura Guntern

Santa Fe.- El ex arzobispo Edgardo Gabriel Storni sumó ayer otro procesamiento en su contra al ser declarado por el juez Eduardo Giovannini como instigador del apriete -que además de moral también fue físico- en perjuicio del anciano sacerdote José Guntern, para obligarlo a retractarse de decir que el prelado intentó besar sexualmente a un seminarista en Santa Rosa de Calamuchita.

El magistrado trabó un embargo en los bienes de Storni hasta alcanzar la suma de 10 mil pesos, pero le permite que siga viviendo en libertad provisoria en su domicilio de Bella Vista 161, de la ciudad cordobesa de La Falda, a pesar de que ya está procesado -también por Giovannini- por el delito de abuso sexual agravado.

En su nuevo fallo, el juez recuerda que el procesamiento significa la existencia de semiplena prueba de culpabilidad del imputado al afirmar que las reunidas en la causa Guntern resultan suficientes ”para emitir el juicio de probabilidad que importa el procesamiento como penalmente responsable del delito de coacciones en el grado de instigador”, tipificado por los artículos 149 bis y 45 del Código Penal con una pena de dos a cuatro años de cárcel.

El incidente con Guntern que es descripto minuciosamente por Giovannini aconteció en la noche del 22 de agosto de 2002 en el Arzobispado adonde fue conducido y obligado a firmar, bajo amenazas proferidas por los máximos colaboradores de Storni, ante un escribano, un acta canónica y otra notarial, afirmando que su referencia del suceso que le confiara el ex seminarista Martín Lascurain no importó un intento de acoso sexual por parte de Storni.

Dice el juez que en esa reunión con monseñor Hugo Capello, entonces vicario general, y los demás miembros del Consejo Episcopal, fue interrogado en forma agresiva acerca de sus declaraciones a la prensa.

En medio del escándalo nacional desatado por el libro ”Nuestra Santa Madre”, de la escritora Olga Wornat, que relata la conducta sexual de Storni investigada por el Vaticano, Guntern contó la revelación de Lascurain y que a raíz de ese hecho le envió una nota a Storni.

Esos dichos alentaron nuevos testimonios que lo llevaron a renunciar el 21 de septiembre de 2002 ante el Papa y que el 25 de ese mes -hace justo un año- fue confirmada.

Por ese hecho, el juez de Instrucción de la Tercera Nominación, Julio César Costa, procesó al vicario Capello y al secretario privado Oscar Mateo como presuntos autores penalmente responsables del delito de coacciones y a los vicarios de Educación, Mario Grassi, y de Pastoral Social, Edgar Stoffel, por coacciones en grado de partícipes necesarios, fallo que la Sala Cuarta de la Cámara de Apelaciones en lo Penal dejó firme.

El martes 16 de septiembre pasado Giovannini indagó a Storni durante cuatro horas y éste negó cualquier relación en la reunión con Guntern y se negó a un careo con sus ex colaboradores.

En su nuevo fallo el magistrado considera que no obstante el esfuerzo de Storni pretendiendo negar el hecho delictivo atribuido sus argumentos lucen muy endebles y no logra conmover las probanzas colectadas, las que contrariando la retórica defensiva no logra desvirtuar la contundencia de las pruebas objetivas en contra obrantes en autos que lo incriminan.

La resolución judicial menciona además que ”no obstante negar haber ordenado, instigado o participado de los actos ilícitos en perjuicio del sacerdote José Guntern” y por las declaraciones del vicario Grassi y los asistentes Bertero y Berutto ”no caben dudas que al momento de los sucesos Storni se encontraba en la sede arzobispal”.

El juez recrimina que negar la convocatoria urgente del Consejo Episcopal para tratar expresamente las declaraciones de Guntern ”como pretende con sus débiles dichos y juegos de palabras que nada aclaran, resultan destruidas por las declaraciones y careos realizados entre sus íntimos colaboradores partícipes de ese encuentro”.

Giovannini revela que Scatizza declaró que Storni le ordenó que convocara al consejo y trasladara a Guntern en forma imperativa: ”Búscalo y que venga ya”. En el mismo relato el canciller cuenta que no se lo localizó a Guntern sino hasta la noche y que él y Capello lo fueron a buscar, con lo que el juez da por demostrado que el sacerdote no concurrió en forma espontánea a la reunión; siendo llevado bajo presión. Luego Scatizza relató en detalle el desarrollo del encuentro.

El dictamen señala que ”resulta imposible comprender su postura de negar que estuvo presente en la reunión cuando sus subordinados dicen lo contrario, porque Storni pretende que pasivamente recorrió las dependencias del edificio y haber desconocido lo que sucedía en una de las oficinas bajo su conducción y responsabilidad”, concluyendo que ”nada de eso resulta creíble”.

Concluye el magistrado diciendo que ”la verdad que el imputado Storni pregona y pretende que el juzgado acepte luce huérfana y sola porque todos los demás la desmienten” y se sorprende de la negativa a ser careado con quienes lo contradijeron. ”Pienso -dice Giovannini- que toda persona que grita su verdad y declama su inocencia, la gritará en todos lados y enfrentará con toda la fuerza de su corazón y ante cualquiera con tal de demostrarla, más aún quien en su carácter de obispo de la Iglesia Católica predica la verdad y castiga y pena la mentira”.

Fuente: www.lacapital.com.ar

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